Sunday, November 19, 2006

el tren de la muerte

Alta mitologías rondan en torno al Tren de la muerte. Me refiero a la denominación popular que recibe el servicio que cubre el trayecto puerto guijarro (ciudad boliviana fronteriza con el pantanal brasilero) con santa cruz, capital camba.

Me embarque en el mismo, en un vagón bastante mejor que cualquiera de los existentes en toda la red ferroviaria argentina, con aire acondicionado y televisión. Si, un lujo fabuloso, producto de la renovación de la flota y los nuevos negocios que debe dar la concesión de la línea férrea. Nunca imagine que experimentaría en el, una muerte no común ni esperada. La muerte por congelamiento.
Amigos que ya habían viajado, me había recomendado que por la diferencia de precio que existía ( para alguien que viene de brasil con reales) entre la clase común y primera.
Justo ese dia había dos servicios, uno al mediodía y otro a la tarde. Salían lo mismo pero el segundo demoraba 6 horas menos. Así que decidí esperar tranquilo en la calurosa tarde quijarrense. Si el calor es bastante insoportable. Por eso es que muchos eligen el servicio con aire. Nunca pense que seria tan tortuosa la comodidad y el confort ofrecido en el tren.
Antes de subir , fui a chusmear, como era la clase turista para comprobar que la única diferencia existente era que no tenia aire ni tv. Los asientos eran iguales, reclinables, de una comodidad rustica pero suficiente. Bien lejanos a esos rectos, compartidos de a tres, en los cuales es imposible pegar un ojo ni acomodarse a menos que el tren viaje vacío. Me sentí un poco estafado. De 52 a 115 bolivianos que salía primera, hay un abismo, al margen de venir de brasil con el cambio favorable.
El viaje desde Londrina hasta Corumba fue bastante insufrible por el mismo motivo que lo seria en el tren hasta santa cruz. Llegaba a las terminales en musculosa y remerita muerto de calor de las altas temperaturas brasileras, todo traspirado, oloroso. Y así subía al micro para esta bien livianito, sueltito.
Una vez arriba comenzaba una disputa absurda con el chofer para conseguir que baje el aire sin conseguir respuesta favorable alguna. Sin embargo, nunca pensé que se llegaría a tal extremo en el tren. El guarda pasa de a ratitos exclusivamente a bajar la temperatura. Al parecer pedía ese oasis de frescura dentro del agobiante calor en el que Vivian día a día. Y si, para quien vive por el pantanal, donde a la sombra hace cuarenta grados y desde las 7 de la mañana el sol te mata, que mejor que un poco de frió.
De a poco todos los pasajeros comenzaron a taparse, frazadas, pulóver, bolsas de dormir. Una vez mas, no tenia nada de eso, por lo cual comence a morirme de frió y de malestar en la garganta. Intente convencer al guarda que lo baje un poco, pero su respuesta fue negativa. La excusa: la gente paga el doble para eso, aire y tele. Tuve que recurrir a la surrealista acción de abrir la ventana, para que entre un poco de calor.
Llego una hora de la noche que el coktail explosivo de películas dobladas de pésima calidad y el frió reinante dentro del vagón, me condujo a una reacción extrema y nunca jamás esperada. Si, desesperado, imaginando lo que seria la noche en esas condiciones, no tuve otra alternativa de pasarme a clase turista. Al llegar un lindo calor me acogió. Sin luz ni tele dormí unas horas hasta que el guarda paso y me pidió amablemente que vuelva a primera clase. En la próxima estación subiría un malon de gente que abarrotaría todos los asientos.
No conseguí convencerlo que en tal caso, mandara al que quedara sin asiento al mió en primera.
Tuve que pasar el resto de la noche muerto de frió en el vagón que elegí, luego de una exhaustiva selección en el vagón donde menos frió había.
Concluyo así estas paradojas que tiene la vida, o te cagas de calor o de frio, nunca un templadito a medida.

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